miércoles, 2 de mayo de 2018

fucking paradise


Los oriundos de un sitio son siempre grandes admiradores, abogados defensores  e incondicionales del sitio en cuestión. Nada como la cuna para dotar a cualquier persona de un profundo amor por su terruño, normalmente sin más motivación que esa: haber nacido allí.
Con esa premisa, la del nacimiento, es suficiente para justificar todas las virtudes, obviar todos los defectos y considerar que su tierra es, simplemente “la mejor del mundo” . Y me inquieta que ese amor tan profundo, convencido y hasta fanático no tenga otro detonante que la soberbia.” Yo soy de aquí, ergo este sitio es cojonudo”. Sin mayor abundamiento.
 En Canarias, mi desdichada tierra, esto pasa mucho. Bueno, pasa en todas, pero según la vida me ha dado la oportunidad de vivir en otros lugares y de viajar bastante, puedo afirmar que aquí esto se lleva a los máximos exponentes. Quizás sea porque desde nuestras propias instituciones y la naturaleza de nuestra principal (y única) industria, el turismo, todos los canarios hemos sido constantemente bombardeados por mensajes que no hablan de otra cosa que de una especie de paraíso donde nosotros vivimos, con la mejor climatología del mundo, y quizás del universo, y donde millones de visitantes anuales se desviven por llegar para gozar de una semanita en esta dichosa tierra por cuyos grifos manan leche y miel. Y si era poco el natural sentimiento patriótico que todo bicho viviente siente por su tierra, aunque sea un polvoriento páramo de oriente medio, encima a nosotros se nos multiplica el sentimiento convenientemente martilleados por las excelencias cantadas desde la mañana a la noche por todas las publicidades institucionales habidas y por haber.
 Poco lugar queda para la crítica y mucho menos, para la disidencia. Atrévete a decir que no, que esto no es el paraíso e inevitablemente sufrirás un linchamiento mediático, social y hasta familiar. Y sobre todo, no importa cuantos datos des ni cuan veraces sean. Ya puedes desgañitarte gritando que tenemos los salarios más bajos de España, los trabajos menos cualificados, las tasas de paro más altas, el analfabetismo más alarmante, los embarazos de adolescentes más numerosos, el fracaso escolar más estrepitoso, la indigencia más abultada…que no, que todos seguirán viendo 24 grados centígrados de media anual y un fucking Paradise.
   No importa soportar una población flotante que desborda los recursos hídricos y de todo tipo, tener el territorio más saturado de España, a la vez que el más frágil. No hay playa ni espacio natural que no esté alicatado de arriba abajo y con los recursos que genera en las menores manos posibles. Porque tenemos 24 graditos y lo demás no importa.
No importa que nuestra cesta de la compra sea la más cara de España, que la carga impositiva se nos coma en todo lo que importamos, que es TODO, porque ya no producimos más que plátanos y tomates con los que unos cuantos latifundistas  de antaño bien instalados en los alto de la cadena trófica, aún conservan sus privilegios alternándolos con los explotadores turísticos. AL menos esos han sabido diversificar el negocio mientras la teta europea aún les financia sus cultivos que a buen seguro, acabarán extintos, pero por encima de sus cadáveres.
 Somos el hazmerreir de Europa en todos los baremos que califican la calidad de vida, menos en uno: tenemos 24 graditos de media anual. Y eso a muchos, a demasiados, a la mayoría, quizás, les consuela. Pero a mi no.
Yo me muero de pena y de impotencia por esta desdichada y vendida tierra. No hay nada que me haga sentir orgullo, porque lo único bueno que tenemos es el clima, precisamente aquello en lo que no tenemos ningún mérito. El territorio lo hemos destrozado, eso sí supimos hacerlo, y toda la belleza que nos fue entregada, que tampoco es que fuera mayor que la de otras partes del mundo, hemos sabido corromperla hasta convertirlo todo en un prostíbulo de tourperadores alemanes y británicos.
Nos dieron diez talentos y los gastamos sin producir nada más que miseria. Eso somos.
Pues sí, hay sitios donde se vive mejor. Donde los niños tienen futuro. Donde las playas son más bonitas. Donde no te arruinas en el supermercado. Donde las montañas son más altas, los valles más profundos y las praderas más verdes. Donde la gente está más concienciada y más formada. Donde se trabaja por proteger un entorno, un patrimonio y un futuro.
 Sí, existen muchos paraísos mejores que este. Pero para nuestra desgracia, a nosotros ya nos han interiorizado que este páramo es el paraíso.
Pena, penita, pena.

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