jueves, 2 de abril de 2015

Facebook y niños. Entre la privacidad y la paranoia

Desde que facebook irrumpiera en mi vida, es mi forma más habitual de comunicarme con la gente a la que quiero, y también con los que apenas conozco.
  Las circunstancias nos marcan el paso, y la mia es que me paso muchas, demasiadas horas, velando por un negocio donde mi forma de seguir en el exterior y relacionarme, es a través de un ordenador. Mediante él, y en permanente conexión, me mantengo en contacto con mi propia hermana, que vive en otro pais...con amigos que están a miles de kilómetros de distancia...personas con las que antes tenía esporádicos contactos telefónicos, ahora llenan las horas de mi día en un trato que se asemeja maravillosamente al propio de la cotidianidad, aunque sin corporeidad. Pero aunque no pueda olerles, puedo saber donde están, si en su ciudad hace un día bonito, si están de buen o mal humor, si les duele la cabeza o si tienen el día optimista y comunicativo. En resumen, lo más parecido a la relación que podrías tener con alguien que vive a tu lado.

  También esta plataforma me ha servido para crear relaciones nuevas, y desarrollar una "convivencia" con personas con las que, de otra manera, hubiera resultado imposible. En definitiva, éste me parece un invento maravilloso que me hace crecer, y no al contrario, a pesar de las incontables advertencias de los riesgos de facebook y las redes sociales, que algunos ven como un campo minado de depravados Y DEPRAVADAS que están al acecho para joderte la vida, bloquearte tus cuentas bancarias, robarte, averiguar donde vives, violarte y fabricar un muñeco de vudú virtual con el que arruinar tu vida entera.

  Yo he decidido vivir sin esos miedos, y es una opción personal. Respeto a quien ponga sus precauciones, aunque algunas me parezcan excesivamente paranoicas, pero si es su elección vivir así, pues adelante. Yo no. Si soy capaz de irme de marcha por Bangkok sólo y pasearme por la avenida Sukhumvit a las tantas de la mañana entrando en todos los tugurios que me encuentro con los sentidos medio desamparados por las copas, sería absurdo ponerme ahora en plan escrupuloso por poner una foto desde mi terraza de la que algún enfermo/a pudiera deducir mi dirección y venir a por mi con un machete afilado. Sinceramente, lo tendría más fácil acercándose a la plazoleta de Farray cualquier viernes por la noche a degollarme sin tener que estar planeando rocambolescas formas de acceder a mi a traves de las redes. Pero en fin, cada loco con su tema.

  Lo que pasa es que la decisión de algunas personas de ponerle un filtro a su relación con las redes, de alguna forma me afecta, porque yo también me quedo atrapado en ese filtro en el que no quisiera estar.

  Esta reflexión viene por algo. Tengo una pareja de amiguetes en Facebook que me cae bastante bien. Sin ser grandes amigos, de esos "de toda la vida", sino simplemente conocidos con algunos amigos comunes, en el último año, desde que se incorporaron a mis redes, y yo a las suyas, se han convertido en parte de mi paisaje virtual. A traves de comentarios, post, likes y demás mandangas se crea una cierta relación en la que, al menos por mi parte, también se generan empatias a través de las que empiezas a conocerles, coincidir o disentir en criterios, debatir y, en definitiva, coexistir de una forma activa. Y esa es la forma en la que creas ciertos lazos. La única en la que haces valoraciones de las personas y empiezan a caerte bien, mal o resultarte anodinos o prescindibles. Sería impensable que estas personas y yo pudiéramos llegar a empatizar si facebook no existiera, sencillamente porque en el pasado nuestras circunstancias no nos facilitaron encontrarnos, y esas circunstancias no han cambiado. Pero facebook existe, y ahora ya se en lo que trabajan estas personas, como viven, como piensan , qué problemas enfrentan, qué decisiones toman, e incluso podría aventurarme a predecir lo que pensarían sobre tal o cual asunto. Y si bien hasta la fecha no he tenido problema para conocer sus circunstancias vitales (mudanzas, cambios de trabajo, preocupaciones, soluciones, etc), ahora me quedo atrapado en un filtro.
  Hace poco que han sido padres y ahí han puesto ese primer filtro. Por algún motivo (que respeto profundamente, que quede claro), han decidido mantener al bebé fuera de facebook. Supongo que piensan que incluirlo como parte de sus vidas que es, en su actividad virtual, es una injerencia injusta que puede tener repercusiones futuras en la vida del bebé, y por tanto, lo apartan hasta que éste pueda gestionar su "extimidad" por sus propios medios.
  Entiendo que esta medida les honra y dice mucho de ellos como padres y como personas que únicamente quieren para su prole, lo que quiere todo el mundo: lo mejor. Y para ello nada más acertado que poner distancia y reflexión en cada decisión que toman. Y si han decidido honestamente que esto es lo mejor que pueden hacer, yo no tengo nada que objetar, faltaría más.

  Pero yo no lo haría, sinceramente. Creo que un hijo es una parte de ti, con tu cotidianidad y tus circunstancias , y que absolutamente todas las decisiones que tomes con respecto a tu vida, le van a afectar sin que eso signifique que en un futuro, tenga derecho a recriminarte nada, salvo que hubieras sido claramente negligente hacia sus intereses. Y no creo que sea el caso. Desde el colegio que le elijas, vivir en la ciudad o en el campo, dejar que se le acerquen los animales, o la música que va a oir en la salita de casa, todo ello va a influir de una manera u otra en esa personita. Los amigos que tengas, los asaderos a los que vayas llevándole contigo, las películas que elijas en el cine en incluso la marca del coche que decidas comprar, van a ir modelando el devenir de esa existencia. Para bien o para mal. Y se supone que todo lo que hagas, lo harás para bien. Y esa personita tendrá como primeras relaciones en su vida, las que tengas tú.
  Por eso no se muy bien qué sentido tiene apartarle de tu vida virtual, como si eso supusiera un riesgo o una injerecia en su desarrollo personal futuro. No me imagino a un adolescente echándole en cara a sus padres que lo criaran oyendo música de eric clapton en el salón en vez de a Mozart, porque eso ha mermado sus posibilidades artísticas. Ni que lo llevaran de asaderos los domingos en vez de a recepciones con el embajador, ni que lo trasladaras en un simca1000 en vez de en un mercedes, ni por supuesto, que un día colgaras en las redes una foto tuya con él violando de esa forma su privacidad como si eso fuera a condenar su existencia y te convirtiera a ti en un mal padre.
  El respeto hacia los hijos es delicado y debe ser exquisito, pero debe ser recíproco, y cuando crezcan , ellos deben saber aceptarlo y respetar que sus padres sólo compartieron como entendieron mejor, una felicidad que querían exponer y no esconder por los miedos que fueran. Porque todo lo que se hace con un miedo de fondo, generalmente es un mal negocio.


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