martes, 3 de julio de 2018

A VUELTAS CON EL "ORGULLO"


A vueltas con el “orgullo”.
 Vayan por delante todos mis respetos a la comunidad LTGB, en la que tengo parientes, amigos, conocidos y también algún imbécil. De hecho esa segregación verbal que ya supone encuadrarlos en un tipo de comunidad especial ya me descuadra mi propio concepto de igualdad. No veo en la orientación sexual un motivo para hacer distinciones,  clanes, grupos o comunidades diferenciadas entre las personas. Es tan absurdo como calificar a la gente en función de si prefieren el vino blanco al tinto, o si les gusta más el marisco que la carne roja. Estupideces.

 Reconozco que históricamente, ciertas condiciones sexuales han sido vilipendiadas, perseguidas, ridiculizadas e incluso proscritas. La historia es la historia y no hay porqué negarla. Pero soy de una generación en la que, creo, todo eso queda en historias del pasado que convendría que nos esforzáramos en borrar del todo.

 Yo he sido activista y defensor de los derechos y libertades individuales de cada persona en todas las facetas de la vida, incluyendo por supuesto, la sexual. Y estaré en primera fila defendiendo los derechos de quienes se vean marginados o ninguneados por tan espúreos motivos. Y sin menoscabo de la necesaria lucha que hubo que librar para equiparar en derechos y deberes a todos los colectivos, creo que hoy por hoy ya están dándole una innecesaria vuelta de rosca al tornillo.

 Hoy por hoy todas las leyes que rigen nuestro código de convivencia, otorgan a las personas todos los derechos de los que son sin duda merecedores. Los colectivos LTGB pueden contraer matrimonio, adoptar, gozar de todos los derechos que tiene cualquier ciudadano, e incluso el castigo hacia quienes se los saltan suele ser dramático y socialmente bendecido por todas las instancias. La realidad es que ya no hay mucho que reivindicar, puesto que todos esos derechos ya han sido justamente conquistados, así que me pregunto: ¿a qué viene tanta “reivindicación del orgullo”?. Insisto: comprendería una defensa de un derecho mancillado, pero sin existir ese parámetro, ¿qué diablos es lo que se reivindica? ¿en qué consiste eso del “orgullo”?.

 No me cabe en la cabeza que un servicio público/privado, negara su asistencia a alguien por ser de una determinada condición sexual. No se me pasa por la cabeza que a un hotel, bar o restaurante de ningún lugar de nuestra geografía se le ocurriera poner un cartelito en la puerta prohibiendo el paso a personas de una condición sexual determinada. Entre otras cosas, nuestra sociedad de la información los pondría rápidamente en su sitio llevándolos a la vergüenza, el escarnio y sin duda, a la quiebra. Sin embargo, a sólo 50 km  de mi ciudad natal hay decenas de complejos turísticos con la premisa de “gay exclusive”, donde una persona hetero tiene el acceso vetado. Prohibido. Y a nadie parece escandalizarle ese agravio comparativo que tan agria polémica levanta cuando el caso es a la inversa, pero que en este, no genera a nadie ni media ampolla. Pero esa es otra historia digna de Iker y sus historias paranormales.

 Centrándome en el tema… ¿a que viene tanta “reivindicación del orgullo” cuando ya no hay más derechos por conquistar, ni igualdades a las que equipararse? ¿a qué viene tanto interés en pasarle por las narices a la población mundial el gusto de unos por su condición?. 

 Porque ya se está traspasando una barrera que , esta vez sí, no me parece ni lógica ni legítima. Usted puede tener los gustos o la condición que quiera, y el resto estamos obligados POR LEY a respetarla, como no podía ser de otra manera, pero….¿acaso estamos obligados a que también nos guste?
 Yo estoy dispuesto a enarbolar una bandera y ponerme en primera línea de una manifestación en la que se reclame justicia hacia alguien que sufre una vulneración en sus derechos, pero de ningún modo me siento obligado a apoyar gustos personales que ni comparto ni ejerzo. Que me parece muy bien que se sientan orgullosos, como me siento yo de mi heterosexualidad, pero jamás se me ocurriría montar un desfile para demostrar lo contento que estoy de serlo, y mucho menos tratar de arrastrar y buscar apoyo en quienes sienten hacia mi condición sexual una falta de interés, cuando no de rechazo absoluto. Lo único exigible es el respeto hacia toda condición, pero…¿ el orgullo?.

 No, no me verán celebrando el orgullo LGTB, como no celebro el H, porque no lo creo ni necesario ni exigible. Pero es que parece que si ahora dices “respeto la condición LGTB, pero no me considero involucrado en sus celebraciones de orgullo porque no comparto condición ni gustos”, parece que estés declarándote abiertamente homófobo (y hay quien no duda en tirarte el palabro a la cara), cuando ellos no moverán un dedo (comprobado), el día que a mí no me dejan entrar en un complejo del sur con mi chica simplemente por nuestra condición de Heteros.

 Que celebren lo que les dé la gana . Pero conmigo que no cuenten en esa fiesta, que seguro que tengo algo mejor que hacer.

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