A vueltas con el “orgullo”.
Vayan por delante
todos mis respetos a la comunidad LTGB, en la que tengo parientes, amigos,
conocidos y también algún imbécil. De hecho esa segregación verbal que ya
supone encuadrarlos en un tipo de comunidad especial ya me descuadra mi propio
concepto de igualdad. No veo en la orientación sexual un motivo para hacer
distinciones, clanes, grupos o
comunidades diferenciadas entre las personas. Es tan absurdo como calificar a
la gente en función de si prefieren el vino blanco al tinto, o si les gusta más
el marisco que la carne roja. Estupideces.
Reconozco que
históricamente, ciertas condiciones sexuales han sido vilipendiadas,
perseguidas, ridiculizadas e incluso proscritas. La historia es la historia y
no hay porqué negarla. Pero soy de una generación en la que, creo, todo eso
queda en historias del pasado que convendría que nos esforzáramos en borrar del
todo.
Yo he sido activista
y defensor de los derechos y libertades individuales de cada persona en todas
las facetas de la vida, incluyendo por supuesto, la sexual. Y estaré en primera
fila defendiendo los derechos de quienes se vean marginados o ninguneados por
tan espúreos motivos. Y sin menoscabo de la necesaria lucha que hubo que librar
para equiparar en derechos y deberes a todos los colectivos, creo que hoy por
hoy ya están dándole una innecesaria vuelta de rosca al tornillo.
Hoy por hoy todas las
leyes que rigen nuestro código de convivencia, otorgan a las personas todos los
derechos de los que son sin duda merecedores. Los colectivos LTGB pueden
contraer matrimonio, adoptar, gozar de todos los derechos que tiene cualquier
ciudadano, e incluso el castigo hacia quienes se los saltan suele ser dramático
y socialmente bendecido por todas las instancias. La realidad es que ya no hay
mucho que reivindicar, puesto que todos esos derechos ya han sido justamente
conquistados, así que me pregunto: ¿a qué viene tanta “reivindicación del
orgullo”?. Insisto: comprendería una defensa de un derecho mancillado, pero sin
existir ese parámetro, ¿qué diablos es lo que se reivindica? ¿en qué consiste
eso del “orgullo”?.
No me cabe en la
cabeza que un servicio público/privado, negara su asistencia a alguien por ser
de una determinada condición sexual. No se me pasa por la cabeza que a un
hotel, bar o restaurante de ningún lugar de nuestra geografía se le ocurriera
poner un cartelito en la puerta prohibiendo el paso a personas de una condición
sexual determinada. Entre otras cosas, nuestra sociedad de la información los
pondría rápidamente en su sitio llevándolos a la vergüenza, el escarnio y sin
duda, a la quiebra. Sin embargo, a sólo 50 km
de mi ciudad natal hay decenas de complejos turísticos con la premisa de
“gay exclusive”, donde una persona hetero tiene el acceso vetado. Prohibido. Y
a nadie parece escandalizarle ese agravio comparativo que tan agria polémica
levanta cuando el caso es a la inversa, pero que en este, no genera a nadie ni
media ampolla. Pero esa es otra historia digna de Iker y sus historias
paranormales.
Centrándome en el
tema… ¿a que viene tanta “reivindicación del orgullo” cuando ya no hay más
derechos por conquistar, ni igualdades a las que equipararse? ¿a qué viene
tanto interés en pasarle por las narices a la población mundial el gusto de
unos por su condición?.
Porque ya se está
traspasando una barrera que , esta vez sí, no me parece ni lógica ni legítima.
Usted puede tener los gustos o la condición que quiera, y el resto estamos
obligados POR LEY a respetarla, como no podía ser de otra manera, pero….¿acaso
estamos obligados a que también nos guste?
Yo estoy dispuesto a
enarbolar una bandera y ponerme en primera línea de una manifestación en la que
se reclame justicia hacia alguien que sufre una vulneración en sus derechos,
pero de ningún modo me siento obligado a apoyar gustos personales que ni
comparto ni ejerzo. Que me parece muy bien que se sientan orgullosos, como me
siento yo de mi heterosexualidad, pero jamás se me ocurriría montar un desfile
para demostrar lo contento que estoy de serlo, y mucho menos tratar de
arrastrar y buscar apoyo en quienes sienten hacia mi condición sexual una falta
de interés, cuando no de rechazo absoluto. Lo único exigible es el respeto
hacia toda condición, pero…¿ el orgullo?.
No, no me verán
celebrando el orgullo LGTB, como no celebro el H, porque no lo creo ni
necesario ni exigible. Pero es que parece que si ahora dices “respeto la
condición LGTB, pero no me considero involucrado en sus celebraciones de
orgullo porque no comparto condición ni gustos”, parece que estés declarándote
abiertamente homófobo (y hay quien no duda en tirarte el palabro a la cara),
cuando ellos no moverán un dedo (comprobado), el día que a mí no me dejan
entrar en un complejo del sur con mi chica simplemente por nuestra condición de
Heteros.
Que celebren lo que
les dé la gana . Pero conmigo que no cuenten en esa fiesta, que seguro que
tengo algo mejor que hacer.