lunes, 22 de julio de 2024

SURFING ELPIEI !!!

Nací en el 67, un año de leyenda. Eso quiere decir que a principios de los 80, con 14-15 años y viviendo donde vivía, no me quedó más remedio que convertirme en un flipado del surf aunque, también hay que decirlo, esos años no fueron los mejores para la afición y el flipe con ese deporte. Muy al contrario, tuvimos yo y los chiquillajes de mi generación que enfrentarnos a eso tan desagradable que es ser pionero en cualquier disciplina. Aquella era una época en la que a pesar de gozar de "un marco y condiciones inmejorables", algo como coger olas no es que estuviera precisamente bien visto por los más viejos del lugar. Especialmente nuestros padres. Canarios viejos que sabían lo peligroso, traidor e impredecible que puede ser el mar, y a los que maldita gracia les hacía la sola idea de que su hijo se tirara en una zona de oleaje y corrientes con una tablilla que, más tarde o más temprano le iba a hacer figurar o en las noticias o en las esquelas. Y ese era el primer obstáculo. El segundo era que en esos tiempos una tabla de surf "de verdad", era un artículo de lujo raro de encontrar por estos pagos, caro-carísimo y algo que se veía como un capricho innecesario, inconsistente y peligroso. Creo que pedirle a tus padres una moto resultaba más factible que pedirles que te financiaran una tabla de surf. Para ellos "cebar" olas era algo que podía hacerse perfectamente con un cacho de madera o de corcho y siempre en la espumita, nada de "meterse padentro". De modo que cualquier esfuerzo por acabar un curso con sobresalientes jamás iba a dar como fruto un premio en forma de tabla. Tenías que buscarte la vida de otra forma, y solo había una: ahorrar en reyes, cumpleaños y santos durante una indecente cantidad de tiempo para al final comprarte una de segunda mano a escondidas y buscando un amigo con un garage grande que te la guardara para que tu padre no la viera. De modo que mis primeros contactos con el surf pasaron por una mierda de tabla "made in Taiwan" que consiguió mi amigo Manolo "el cañadulce" porque su padre trabajaba en ALCORDE, que tenía una sección de náutica, y junto con un barquito les endosaron una tabla de fibra monofín que por hacer comparaciones es como si cuando te comprabas un coche te regalaban una bicicleta chunga de hierro, pesada y fea como el demonio. Pero con aquella tablilla taiwanesa y por turnos, experimenté por primera vez la inigualable y única sensación de cabalgar una ola. Una sensación que cuando te atrapa se te mete en la sangre como un veneno y de la que estás convencido que superará con creces cualquier otra sensación que puedas experimentar en el futuro. (Valga aclarar que a pesar de la edad, el sexo todavía estaba muy lejos de nuestras posibilidades). Aprender era otro obstáculo. No habían escuelas, ni monitores, ni internet, ni tutoriales de youtube. Aprender consistía en lanzarte al agua con aquello sin la más mínima noción ni consejo y guiado únicamente por las fotos de la revista "surfing", y algún videoclip musical con escenas de surf que grababas con tu VHS y gastabas las cabezas del aparato rebobinando y adelantando a ver si conseguías escudriñar como ese hawaiano que salía en un video musical de no se qué cantante lograba ponerse de pié durante el empuje de la ola. Y luego tratar de imitarle durante horas en la marea hasta que un día, Oh cielos!, consigues estabilizarte y bajar un cerrojo sin matarte. Y así, poco a poco hasta que después de meses, revolcones y buches de agua salada, un día conseguías no sólo bajar una ola, sino cruzarla unos metros y acabar de nuevo revuelto pero satisfecho por los 7 segundos en los que conseguiste mantenerte de pié y creyéndote Dios. El otro obstáculo: el entorno. Si vivías en Las Palmas, a esa edad y sin coche, la única opción era "La Cícer". Esa parte de la playa de las canteras dejada de la mano de Dios y que en mi época era un pedregal donde se vertian todas las aguas negras del barranco de la ballena ( a día de hoy eso no ha cambiado mucho), sin urbanizar y que bajo sus aguas orilleras conservaba los restos de hormigón de la antigua fábrica que se convertían en peligrosas bajas donde una ola traidora y sin conocer el terreno podías abrirte la crisma si no tenías claro dónde se localizaban. Sí, fué duro ser pionero. Y como en todo, ser pionero estaba reservado para los más fuertes, los más locos, los más inconscientes y los más perretas. La fauna de la época sólo tenía un perfil: adolescente, varón, lleno de granos y poca capacidad para discernir el peligro. Chicas, NI UNA. No sé si achacarlo al patriarcado o a que en esos tiempos a una muchacha medianamente inteligente ni se le pasaba por la cabeza ir a pasar las fatigas, el peligro y la falta absoluta de glamour mientras que en el reina isabel, playa chica o la puntilla el día de playa era mucho más llevadero, apacible y gratificante. Bueno, miento....conocí a una chica del grupo que se interesó por el tema, pero que abandonó al par de meses porque, no lo olvidemos, el surf es una actividad física muy potente en la que estás un 1% cabalgando una ola, un 49% esperando la serie, y un 50% REMANDO como un animal, lo cual hace que desarrolles dorsales, espalda y brazos como un nadador profesional. Y mi amiga un día cepillándose el pelo delante del espejo decubrió en su brazo un bíceps cuasi masculino que no le gustó nada, y ahí lo dejó, aterrorizada ante la perspectiva de convertirse en una gorila que pareciera producir más testosterona que progesterona. Pero bueno, hoy 35 años después todo ha cambiado. La cícer hoy aparenta ser una zona urbanizada con cánones del S. XXI. Hay escuelas de surf por doquier. Desde burbujita hasta hoy, han proliferado tiendas de material que han democratizado el acceso al deporte. Las chicas se han sumado de forma exponencial....e incluso los padres ya ven con buenos ojos una actividad que en mi época era proscrita y vetada. Y tanto han cambiado los tiempos que ayer en el sur, disfrutando de un domingo de Julio y con un mar que sacaba buenas olas, me maravillé observando a la fauna surfera que, ahora sí, es tan numerosa y abundante que en según qué zonas ves más surfers que bañistas. Y observando, me llamó la atención cómo ha variado el perfil del surfero. Lo más que abundaba eran cincuentones (como yo), cuando en mi época era inimaginable ver a "un señor talludito" ajustándose una amarradera. Viejunos que quizás un día fueron inoculados por el veneno del empuje del mar y que hoy sin complejos siguen dándole rienda suelta a una actividad que, repito, puede dejar en pañales a cualquier orgasmo. Me siento parte del surf de esta isla, con orgullo y con cierta melancolía. Y me alegro, sí, me alegro, de que aquella perreta mía de juventud no estuviera tan equivocada al ver las pasiones que todavía desata y el público que atrae. Y aquel himno de los beach boys de SURFING USA, hoy bien puede acoger las siglas de mi ciudad. SURFING ELPIEI!!! Buenas olas para todos.

lunes, 8 de julio de 2024

VIVA SAN FERMÍN!!! GORA!!

Otro año más (y tengo 57), asisto impertérrito a las tremendas y muy merecidas celebraciones de mis hermanos pamplonicas con su santo Patrón. Es descomunal ver cómo en estas Españas divididas, separadas, celosas unas de otras y tremendamente insolidarias en cuestiones puntuales, no hay grito más secundado,unitario e igualador que un GORA SAN FERMÍN!!!. Por unos días, la piel de toro se vuelve hispánica al unísono y desde canarias a finisterre pasando por sevilla y por Mataró, los españolitos se enternecen e identifican con un atuendo blanco y un pañuelo rojo sea cual fuere su procedencia. Ya no hay fallas, ni feria de Abril,ni carnavales de Cádiz o Tenerife, ni real madrid, ni BarÇa, ni chotis, ni muñeiras, ni gaitas. Estos días España entera se viste de encierros, chupinazo y cogorzas hasta el amanecer. Pero es que allende nuestras fronteras patrias, ocurre lo mismo. A día de hoy creo que los guiris, liderados por la todopoderosa CNN yanki, nos pone en el mapa por los encierros pamplonicas y si a día de hoy le pides a un ciudadano de Uzbekistán que evoque en su imaginario el nombre de España, probablemente sean los encierros de Pamplona lo primero que le venga a la mente por encima del flamenco, los toreros, Paco de Lucía y todos los demás topicazos que siempre nos definieron ante los foráneos. Creo que mi tocayo Ernest Hemingway y su obra maestra "The sun also rises" jamás imaginaron verse sobrepasados en su fervor pamplonica y su devoción a San Fermín,que hoy son más universales de lo que su prodigiosa pluma pudo imaginar. y esto, como siempre, me lleva a hacerme preguntas. ¿cómo es posible que la carrera de no más de 3 minutos de unos morlacos rodeados de inconscientes haya podido generar tanto interés a nivel mundial? ¿cual es el leiv motiv? ¿qué hace que un tipo se juegue la vida por 30 segundos de carrera frente a un cuerno asesino y que miles de espectadores se derritan ante un acto tan poco inteligente como audaz?, Y no encuentro respuesta. Y quizás no la haya. Lo curioso de todo esto es que tanto fervor amable y fiestero se basa en una cultura denostada, barbarizada, criminalizada y condenada como es la tauromaquia. ¿ignoran todos estos fervorosos hooligans de los encierros que esos astados que van calle estafeta arriba van a acabar siendo lidiados, muertos, despiezados y cocinados en los mejores restaurantes después de esa bárbara costumbre tan nuestra de darle martirio a un animal en una plaza?. Sí, es curioso. Parece que no quieren ligar la ineludible relación que existe entre el encierro y la lidia.Y a la primera parte la llaman tradición, y a la segunda, barbarie. Lo curioso, y lo grande, es que una sin la otra dejarían de tener sentido. Soy de unas islas ( canarias), donde la tauromaquia jamás fué tradición, ni costumbre ni ejemplo de nada. En estos peñascos nunca hubieron toros bravos ni mucho menos la liturgia de asesinarlos en una ceremonia cruel y sangrienta. Aquí siempre torturamos a nuestros animalitos, más pequeños y menos feroces, en forma de peleas de gallos o de perros, y de unas formas mucho menos decorosas de lo que es una lidia. Y mucho menos, poniendo en juego la vida de un ser humano. Va a ser difícil encontrar a un canario que pueda apreciar o tolerar un espectáculo taurino puesto que no está ni en nuestros genes ni en nuestro acervo cultural. Y digo esto porque como canario que soy, quiero dejar claro que no tengo ningún apego, ninguna cercanía ni simpatía por un espectáculo donde un toro es martirizado hasta la muerte. Como soy viejo e hice la EGB, me crié en un mundo donde la tele de mi niñez era en blanco y negro y además con solo una cadena, porque la 2 llegó aquí cuando yo era algo más que talludito. Y recuerdo en la TV! nacional aquellas corridas de toros en blanco y negro que eran un soberano coñazo y en las que siempre, por empatía y humanidad, uno se posicionaba del lado del toro y la poca atención que prestaba era esperando que el torero recibiera una cornada que le hiciera saltar por los aires y aplaudir y jalear al toro. Sí, yo vengo de ahí. Pero, Oh cielos!...de repente un día crezco, leo, estudio y empiezo a ver las cosas de otra manera. Y tras 57 años de vida descubro que la tauromaquia, que tanto me repugna de entrada, es una muestra de arte y cultura sin parangón en este peñasco llamado planeta tierra. Te choca, verdad? Te asquea leerme calificando a la tauromaquia como arte y cultura cuando tú lo único que ves son los estertores de la muerte en un pobre animal y no hay nada en tu cerebro que pueda equiparar esa salvajada a términos amables como "cultura" o "arte". Sí, te entiendo. Pero tanto te entiendo como me atrevo a indicarte lo equivocado que estás. Piensa en el pintor de las cuevas de Altamira. Un tipo cuya mayor urgencia en un mundo hostil, era procurar alimento y subsistencia para sí mismo y para sus congéneres, pero que decidió invertir una parte importante de su tiempo y recursos en decorar las paredes de una cueva con dibujos con escenas de caza y la fauna que le circundaba. Tuvo que inventarse y procurarse los medios para hacerlo. Los pigmentos, las antorchas para darle luz y sobre todo, el temperamento artístico que no pudo refrenar para dejar testimonio de su visión del mundo sin que eso le reportara ni alimento, ni beneficio más allá de la satisfacción de plasmar lo que su alma humana le reclamaba a gritos. Y de repente, ese empeño se convirtió en arte y cultura. Arte porque desarrolló las técnicas para expresarlo, y cultura porque transmitía su saber y su necesidad de compartir y trasladarlo a sus descendientes. Y todos los pueblos humanos han hecho lo mismo a lo largo de la historia con las distancias y las diferencias de circunstancias que nos predisponen. Todas las sociedades humanas han desarrollado arte y cultura. Algunas más sofisticadas, otras menos, pero todas sin excepción han hecho que su idiosincrasia hallara una forma de ser expresada en eso que hoy llamamos bagage cultural. Y los íberos no iban a ser menos. Y desarrollaron un arte sin igual al decidir enfrentar al animal más peligroso y poderoso de sus dominios ( el Uru, el bóvido bravo) hasta desarrollar un ritual con el que dominarlo y hacerlo de una forma artística. Te has fijado realmente en una corrida de toros???. El torero, calificado por mentes cortas como el super macho, es en realidad una figura femenina. Toda la lidia es un homenaje y una oda a la mujer. El torero representa a la mujer. Fíjate como se viste. El traje de luces está diseñado para feminizar el cuerpo del torero. Esas medias rosas, esas zapatillas delicadas, la coleta, la montera que imita peinados dieciochescos, y el traje que dibuja las formas curvas y sensuales de un cuerpo femenino. Reconoce que si ves a un torero de espaldas solo ves la silueta de una guitarra, sensual y armónica como las caderas de una mujer. El toro representa la fuerza bruta, que embiste y no mira hacia atrás ni a los lados. El toro representa al hombre y su brutalidad, y el torero, feminizado, representa a una mujer que a base de inteligencia, quiebros y argucias logra someter a la bestia gracias a su superior inteligencia. Y lo hace de una forma elegante, artística, como un ballet. Pases de pecho, verónicas y técnicas tan preciosas que logran eludir la embestida de un morlaco sin tan siquiera levantar los talones del suelo. Puro arte. Mira el entorno, la utillería, la banda de música que ameniza la lidia....en serio, podrá gustarte más, menos o nada, pero de ninguna manera se puede negar la componente artística y cultural del espectáculo. A mí tampoco me gusta ni entiendo el arte abstracto de Tápies o Miró, pero mi gusto personal no va a cuestionar su componente artística. Que tus prejuicios tampoco le nieguen a la tauromaquia sus valores, por más que la sangre te desagrade y no veas más allá de tus prejuicios. Las "artes de pesca" capaces de sacar del mar a un atún de 300k que luego vas a devorar en un sushi, no difieren de las artes de la tauromaquia que hoy denostas, aunque no te pierdas un buen asado de rabo de toro lidiado. Pero es que, además, hay que añadir otro factor a la ecuación; El toro de lidia es hoy por hoy el único animal de la creación que no solo disfruta de una vida de 5 años en semi libertad en la que desarrolla todo su temperamento y su potencial al ser criado en dehesas completamente entero, sin castrar y sin ser entregado dócil y manso a una industria cárnica que en 3 años lo convierte en conserva o en filetes de añejo que compras cómodamente en bandejas de plástico en el hiperdino. El toro de lidia se desarrolla ejercitando su bravura y a la hora de morir tiene la oportunidad que ningún otro animal tiene; matar a su verdugo. E incluso de ser indultado. Te lo digo en serio, si tuviera que reencarnarme en un animal, elegiría ser toro bravo, Ni los leones tienen el privilegio de los miuras. Y ahora, dale una vuelta.