Soy un varón heterosexual blanco de 55 años y una educación judeocristiana. Y en los tiempos que corren, eso me hace merecedor de una montaña de prejuicios que hablan de mí antes de que yo abra la boca. Soy consciente, y trato de que me afecte lo menos posible. Pero hoy...hoy se ha traspasado una línea roja que no voy a ceder a ningún buenista progre.
Tengo amigos. Pocos, pero alguno tengo. (mis enemigos son más numerosos, pero eso es otra historia).
Y de esos amigos, unos más y otros menos. y de los que más, algunos son casi hermanos. De esas personas que por vivencia, tiempo, cercanía o lo que fuera o fuese, la vida los ha convertido en una segunda capa de piel. Y poco importa lo cercanos o lejanos que estemos en intereses intelectuales, materiales o agropecuarios. Son parte de mi vida, y yo de la suya en las distancias cortas. De los que cuando tienes un problema, o una alegría, se afligen o se congratulan contigo, según proceda.
De esos a los que una llamada les hace involucrarse y que cuando no pueden cogerte el teléfono, te devuelven la llamada tan pronto pueden para cerciorarse de que estás bien y que si no lo estás, buscan la forma de hacerte sentir mejor. Todos tenemos a alguno de esos. Son pocos, pero ahí están.
Y hoy, una mente desnortada, me cuestionó esas amistades. Insinuando que quizás, detrás de esa amistad existía un vínculo que iba más allá y que quizás yo no reconocía por prejuicios o educación. Hablando en plata: que esos amigos profundos eran la encarnación de un impulso homosexual que me negaba a reconocer, y que esa negación no era más que un reflejo de una innata homofobia latente y no reconocida.
La verdad es que me sentí insultado.
No soy homófobo. No tengo nada en contra de la homosexualidad ni contra quienes la consideran una opción de vida. Pero es que simplemente soy hetero y cuando quiero a un amigo de mi mismo sexo, es porque su presencia en mi vida va mucho más allá de cualquier connotación lúbrica. Es mi camarada, es mi colega, mi compadre, mi pana....y no siento ninguna necesidad de carnalizar esa relación en ninguna forma de manifestación ni práctica sexual. Es tan difícil de entender??? Para congeniar, divertirme, disfrutar o compartir con otro hombre tengo acaso que verme obligado a sentir algún impulso sexual hacia él????...estamos locos????
Cierta progresía nos ha prohibido ser lo que somos y manifestarnos como somos si la etiqueta no les complace. A insultarnos como homófobos si no admitimos sus dogmas. A definirnos en cosas que no admiten sus definiciones ad hoc.
Pues esa es la linea roja que no les voy a permitir.
Adoro a mis amigos sin necesidad de querer verlos en bolas ni desear sus cuerpos. Solo quiero que sean quienes son para mi vida y para la suya. Y que cada uno colme sus impulsos como mejor le venga. A mí eso no me importa.