domingo, 11 de abril de 2021

ABANDONO

  Solo hay dos clases de personas: las que abandonan, y las que nunca lo harían.

  Recuerdo aquellas campañas de concienciación acerca de la responsabilidad que supone tener un animal. Centenas de perritos abandonados en junio después de haber sido un bonito regalo de navidad en Diciembre, pero que habían crecido y se habían convertido en un estorbo y una incomodidad para sus dueños. "Dueño"....qué palabra tan fea para quien tiene la suerte de compartir su vida con un perro.

  En aquellas campañas, el lema era : "él nunca lo haría". Y no sé quien diseñó esos eslóganes, pero sin duda debe ser alguien a quien me encantaría conocer, por lo acertado, asertivo y cabal de su enfoque. Porque es verdad: tu perro nunca te abandonaría. Y no solo eso. Es que tu perro jamás entenderá tu abandono. No alcanza a comprender el significado y el alcance del término ni racional ni instintivamente.

 Hagan la prueba.

  Abandonas a un perro en una gasolinera y si por arte de magia el perro pudiera encontrarte, lo que haría sería menear el rabo, alegrarse, saltar y estar encantado de haberte reencontrado. El perro no concibe el abandono. Es un animal de manada, de grupo, y en su genoma no se contempla otra cosa que la pérdida o la desgracia, pero nunca el abandono. Jamás te reprochará tu mezquina actitud porque simplemente no la contempla.

  Esta negación de la realidad se da también entre seres humanos.

 Un hijo que abandona a sus padres a su suerte, ya sea en una residencia o al cuidado de terceros, pecunio mediante, no deja de ser el mismo tipo de persona que deja a un animalito en una gasolinera. Un egoísta que ve comprometida su comodidad por alguien a quien simplemente, ya no quiere. Y podrá buscar la cuadratura del círculo explicando su actitud con circunloquios vacíos y llenos de mezquindad, pero la única cosa cierta es que no es más que una piltrafa egoísta que a la hora de elegir, no dudó en dejar en la cuneta a alguien que otrora no sólo le dió la vida y se sacrificó por el, sino que ahora tampoco entiende el abandono y lo justifica.

 "mi hijo el pobre sí me quiere, pero tiene muchos problemas, una familia que atender y demasiadas cosas en las que pensar. No me ha abandonado, es sólo que no tiene más opciones."

  Pues sí. esa madre se comporta igual que el perrito de la gasolinera. No entiende el abandono. Siempre encuentra un porqué y una dispensa. Cualquier cosa antes de reconocerse a sí misma que lo que salió de su vientre no es más que un ser despreciable y ególatra.

 Y ni lo del perrito ni lo de la madre tienen remedio. Asía ha sido, es y seguirá siendo. Una absoluta incapacidad para reconocer que se han llevado como haber en su vida el abandono de un ser querido que ya no les quiere a ellos.

 Pero hay otra fase: Los amantes, novios, pareja, esposos que se abandonan.

 Cuando abandonas a una pareja es porque simplemente, ya no la quieres. Y como con el perrito, o como con tu madre, no tardas en encontrar decenas de justificaciones a ese comportamiento.

 "el perro creció...demandaba demasiados cuidados....no sabía como educarlo....no tengo tiempo para sacarlo a pasear....me destroza los muebles de la casa...su comportamiento es errático e incontrolable....no tengo el tiempo ni la paciencia para educarlo, pero es que además es que es malo...."

 "mi madre ya no razona....necesita demasiadas atenciones...su cabeza ya no rige...tiene diarreas, yo no puedo cambiar pañales porque tengo que trabajar....no puedo asearla, cocinarle ni condicionar mi vida a sus cuidados..."

 Todo son excusas "razonables". Argumentos de mierda que se resumen en uno solo, pero que es muy difícil de pronunciar por el "afectado": YA NO LOS QUIERO. Me suponen tanto sacrificio e incomodidad en mi vida, que es mejor apartarle, ya sea en una gasolinera, ya sea en una residencia, pero a MÍ, que soy el centro de mi mundo, que no me toquen los cojones.

 Y con las parejas igual, solo que en ese caso las modernas formas de relación que se han impuesto con tanta progresía moral, todo contribuye a justificar el egoismo personal de no ser simplemente "leal".

 Estoy harto de oir a personas que sólo quieren parejas que "sumen". Que solo quieren parejas que garantizen que la vida es fácil, sencilla y divertida. Parejas incapaces de asumir que las relaciones humanas son complejas, y que cuando alguien no satisface todos tus anhelos personales, ya no es válido y por derecho, puedes dejarle en una cuneta. "si no me hace feliz, no me vale". Ese parece ser el lema. La coartada perfecta para que en cualquier momento, si tu pareja atraviesa problemas, desnorte, necesidad o simplemente una enfermedad, abandonarle sea socialmente lícito y ajustado a derecho. Es el sumuns del egoismo. Patente de corso para librarte de alguien porque ya no sirve a tu sacrosanto derecho de ser feliz. Pero en el fondo no eres más que eso. Una piltrafa egoista llena de ego que no mira más allá de sus propias necesidades.

 El problema es que la pareja abandonada, sin ser el perro o la madre incondicional, debe asumir que el abandono es lo que es: un abandono. Asumirlo, digerirlo y aprender a convencerse de que aquella persona a la que aun quiere, ya no le quiere a él, y que lo más probable sea que nunca lo hizo realmente.

 El perro y la madre, en su ingenuidad, vivirán en la hipnopia lamiéndose las heridas con cloroformo de comprensión. Pero el amante al final detecta la clara equivocación en su juicio y la herida abierta en el corazón que le costará muchos lametones cerrar.

 Y a pesar de todo, como el perro y la madre, seguirá queriendo, y a lo más que podrá aspirar es a que su corazón se endurezca y siga queriendo pero sin que le duela. Mucho trabajo, mucho tiempo y mucha saliva requiere todo eso. Y hay quien lo consigue y quien se muere así, con esa sal en la herida.

 Y al final es lo que decía al principio: hay quien abandona y quien jamás lo haría.

 Yo soy de los segundos.

 Que Dios me de saliva para lamerme las heridas.