sábado, 7 de septiembre de 2019

VIVA LA VIRGEN DEL PINO!!!

Hoy subí caminando a Teror.
Lo he hecho otras veces, pero hoy era especial porque llevé a mi octogenaria madre y sus achaques en silla de ruedas. No es que sea una proeza (apenas 12 km), pero no estaba yo muy seguro ni de mis condiciones ni de las de ella, pero decidí probar suerte. Y lo decidí in extremis, porque con ella todo tiene que ser así, sin planificar. Si cuadra, bien, y si no, pues a otra cosa. Pero como se me levantó a las 7:30 AM y pude convencerla, pues tiré para arriba sin preparativo alguno.

 Y mal hecho por mi parte. Salimos sin desayunar y sin el equipamiento adecuado. Pensé que había que aprovechar el momento y que ya el camino nos proveería de lo necesario, especialmente comida y agua. Pero fallé. En todo el camino no encontramos avituallamiento alguno, pero por suerte ella estaba animosa, y yo tuve las fuerzas necesarias de las que dudaba seriamente.

 La gente nos ayudaba muchísimo (ir tirando de una anciana en silla de ruedas genera muchas empatias), pero aún así, ella se encontró incluso con fuerzas de levantarse de la silla y caminar unos tramitos. La gente la aplaudía y animaba y ella se venía arriba, hasta que ya no podía más y volvía a su silla. LLegamos, vimos a Pinito y quedamos satisfechos.

 Pero la lección ha sido el reconocimiento y la ayuda de la gente. Tanto en mis redes como en quienes me encontraba físicamente, sólo encontré apoyo y ayuda, lo cual parece que no, pero te mete endorfinas en el cuerpo y tiras hasta contento. Y sobre todo, que no hay reto inalcanzable. Nos mueven las ganas y la motivación, y con eso somos invencibles.

 Como anécdota, haber llegado a Teror con un cortado y dos cigarrillos, en crocs con calcetines y sin ninguna parafernalia de senderista PRO. Ni bastones de aluminio retráctiles, ni calzado de cientos de euros, ni líquidos isotónicos o barritas energéticas. A pelo, como se hacía antes. Y no es que yo sea un tipo como los de antes, especialmente duro. Pero tengo 52 tacos y boberías, las justas. Trabajo pasaron los que construian muros de piedra, araban campos con una vaca famélica y doblaban el lomo recogiendo papas dos veces al año. Lo mio ha sido un paseo.

 Pero ha sido emocionante ver a la vieja venirse arriba y caminar lo que podía mientras la gente la aclamaba y aplaudía. Como emocionante ha sido ver a todas esas personas que me aplauden como hijo, cuando lo que hicimos lo haría cualquiera que quiera a su madre si tiene la oportunidad de hacerlo.

 Tal y como están las cosas, no sé si habrá otro día del Pino como este. Pero con este me basta y me sobra.

 GRACIAS MIL